El militar y médico, Antonio
Vallejo-Nájera Lobón (1889-1960), afecto al nazismo, dedicó gran parte de su vida en determinar que malformación llevaba al marxismo, es decir, encontrar el "gen
rojo" responsable de la degradación de la raza española. Como
Jefe de los Servicios Psiquiátricos del ejército de Franco, creó el Gabinete
de Investigaciones Psicológicas de la Inspección de Campos de Concentración de
Prisioneros de Guerra (1938), con el fin de investigar las raíces
psicológicas del marxismo y la personalidad de los prisioneros en los campos de
concentración.
Podemos enmarcar su pensamiento a través de textos como "Eugenesia de la Hispanidad y
Regeneración de la Raza" (1937) o "Eugamia" (1938a). En ellos
mantiene que donde falta la adecuada dotación genética, un conjunto de características
intelectuales y morales inscritas en la constitución biopsicológica, resultan
inútiles los esfuerzos dirigidos a moldear a un hombre espiritualmente sano,
por muy cuidado que sea el conjunto de influencias ambientales. Llegó a
reclamar que se clasificara a la población en castas, utilizando para ello como
criterio de clasificación los valores espirituales que cada individuo hubiera
manifestado durante la guerra civil.
Realizó la investigación denominada Biopsiquísmo del Fanatismo Marxista, entre 1938 y 1939, en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos), visitado con frecuencia por miembros de la Gestapo, y convertido en un laboratorio donde se realizan investigaciones con individuos marxistas, al objeto de hallar las relaciones que puedan existir entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político-democrático-comunista, cuyos postulados eran: "la relación entre determinada personalidad biopsíquica y la predisposición constitucional al marxismo, la alta incidencia del fanatismo marxista en los inferiores mentales, y la presencia de psicópatas antisociales en las masas marxistas".
Termina comentando que "la reacción
social más interesante al objeto de nuestro estudio es la transformación político-social
del fanático marxista, posibilidades de transformación que deducimos del
estudio de su psicobiograma y reacción psicológica de la prisión".
En los campos de concentración se ensayó un programa de reeducación
política con el fin de tratar de reutilizar a los prisioneros españoles
en las filas del ejército franquista, que consistía en obligarles a desfilar,
entonar gritos franquistas y a un cursillo religioso de seis semanas que nadie
superaba y que se repetía continuamente durante el cautiverio.
De igual modo, llevó a cabo un trabajo con
mujeres presas políticas, en Málaga, que publica con el título de "Investigaciones
Psicológicas en Marxistas Femeninos Delincuentes". Dejando claro
su punto de vista sobre la psicología de la mujer en el siguiente texto:
«Recuérdese
para comprender la activísima participación del sexo femenino en la revolución
marxista su característica labilidad psíquica, la debilidad del equilibrio
mental, la menor resistencia a las influencias ambientales, la inseguridad del
control sobre la personalidad y la tendencia a la impulsividad, cualidades
psicológicas que en circunstancias excepcionales acarrean anormalidades en la
conducta social y sumen al individuo en estados psicopatológicos... Si la mujer
es habitualmente de carácter apacible, dulce y bondadoso débese a los frenos
que obran sobre ella; pero como el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto
con el infantil y el animal, cuando desaparecen los frenos que contienen
socialmente a la mujer y se liberan las inhibiciones frenatrices de las
impulsiones instintivas, entonces despiértase en el sexo femenino el instinto
de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por
faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas...
Suele
observarse que las mujeres lanzadas a la política no lo hacen arrastradas por
sus ideas, sino por sus sentimientos, que alcanzan proporciones inmoderadas o
incluso patológicas debido a la irritabilidad propia de la personalidad
femenina» (Vallejo y Martínez, 1939, p. 398-399).
No fue una figura menor en la construcción
ideológica del franquismo y del régimen militar que se estableció. Sus teorías
se transformaron en la ideología del régimen, contraponiendo la "raza española" a
la "raza rojo inferior", compuesta, según él, de subdesarrollados mentales,
psicópatas y degenerados, contaminados por el marxismo, judaísmo y masonismo, a
los que eran vulnerables las clases populares por su subdesarrollo mental.
Este es a grandes rasgos, Antonio
Vallejo-Nájera, un psiquiatra militar que torturó a miles de prisioneros
republicanos para tratar de extirparles el "gen rojo" que
degradaba según él, la pureza de la raza española. Cientos de niñas y
niños fueron arrancados de sus padres republicanos porque pensaba que el
marxismo era una enfermedad mental propia de personas "intelectualmente
débiles, moralmente despreciables". Y porque el "gen rojo",
además de ser transmisible a los descendientes, "era contagioso"...
Su tesis sobre el daño que, podía hacer y
hacía el ambiente democrático en la infancia, insistía en combatir la
propensión degenerativa de los muchachos criados en ambientes republicanos,
debiendo ser segregados. Estas teorías tendrían aplicación práctica en la
posguerra, especialmente sobre los hijos de las presas republicanas
encarceladas por motivos políticos, para evitar su contaminación y
degeneración.
La Acción Social de La Falange y la
Iglesia jugaron un papel muy importante en esta depuración de la raza, salvando a
los infantes de tal patología que podía transmitirse de madres a hijos. Estos
robos eran, frecuentemente, hechos para beneficio de parejas afines al
régimen que deseaban tener niños. Miles de niños fueron sustraídos a sus madres.
Esta política de robos, tal como describe
Enrique González Duro, era política de Estado. El Ministerio de Justicia tenía
como responsabilidad "recoger" (término que
se utilizaba por robar) a todos los hijos de los asesinados, encarcelados o
desaparecidos, a fin de "liberarles de la miseria material y moral que
suponía su distanciamiento del nuevo Estado Español". En 1943 los
hijos de presos bajo tutela del Estado eran 12.043. Podemos considerarle el ideólogo de la separación de los
hijos de los "rojos":
"Las íntimas relaciones entre marxismo e
inferioridad mental ya las habíamos expuesto anteriormente. La segregación de
estos sujetos desde la infancia podría liberar a la sociedad de plaga tan
terrible” (Vallejo-Nájera)
En las manos de Vallejo-Nájera, los
instrumentos de diagnóstico psicológico de la personalidad se convirtieron
en armas de propaganda política y difusión de estereotipos sexuales.
Mientras que un grupo de psicólogos norteamericanos mostraban su solidaridad
con la República, sobre la base de que fascismo y psicología científica
eran incompatibles, Vallejo-Nájera lanzaba el mensaje de que la psicología
científica podía ponerse al servicio de cualquier ideología, incluyendo las
totalitarias.
Con Vallejo-Nájera se podría escribir una
de las páginas más siniestras de la Guerra Civil española donde se
desarrollaron experimentos psicogenéticos con seres humanos que hoy nos ponen
los pelos de punta, aunque no se alcanzaron los niveles que años más tarde
sobrepasarían los nazis.
Dirigió la clínica psiquiátrica de Ciempozuelos desde 1930. Finalizada la guerra civil, Vallejo-Nájera
ocupó la cátedra de Psiquiatría de la Universidad de Madrid convirtiéndose en
una de las figuras más influyentes de la psiquiatría y la psicología de los
años 40 y 50. Su nombre se cuenta entre los 16 fundadores de la Sociedad
Española de Psicología.
Aunque la Ley de la Memoria Histórica establece "que los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura deberán ser retiradas de los edificios y espacios públicos", en Madrid, encontramos en la actualidad, que tiene un paseo dedicado en su honor.
Y en Paredes de Nava (Palencia), su lugar de nacimiento, además de tener una plaza en su honor, fue nombrado "hijo predilecto de la Villa".
Aunque la Ley de la Memoria Histórica establece "que los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura deberán ser retiradas de los edificios y espacios públicos", en Madrid, encontramos en la actualidad, que tiene un paseo dedicado en su honor.
Foto cortesía de Adolfo Infante |
Aquí dejo un enlace con un artículo suyo publicado en la revista Acción Española en el año 32, titulado "Ilicitud científica de la esterilización eugénica" donde describe su postura favorable respecto a la esterilización de las personas con algún tipo de discapacidad.
Muchísimas gracias por tan enriquecedora información Núnca me acostaré sin saber algo más y esto me INTERESA Y MUCHOOOOOOOOOOOOOOOOO Es todo un HP al cuadrado, besotes
ResponderEliminarGracias a ti, guapetona, por estar.
ResponderEliminarMagnífica y terrorífica entrada. Gracias por dar a conocer tanta monstruosidad, propia de individuos depravados y de la brutalidad de aquel régimen de criminales, fanáticos y delincuentes. Y, mientras tanto, los de la sotana grasienta de la secta católica callados como gentuza que eran.
ResponderEliminarEntre otras cosas, éste es el camino que inicia el robo de niños por parte de la iglesia católica y que aún hoy padecemos las consecuencias. Tener lectores como tú, anima a seguir. Gracias a ti.
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