No son más que una ilusión,
un engaño, un devaneo,
vanidad de vanidades,
que el momento de un momento
nos lo convierte en cenizas,
humo, polvo, sombra y viento.
-Calderón de la Barca-

En la Grecia antigua la palabra "Hybris o Hubris" hacía referencia a las acciones crueles, vergonzosas y humillantes que un abusador cometía sobre su víctima por mero placer, es decir, "desmesura psicológica" en aquellos que habían atravesado la frontera de sus posibilidades humanas cuando se les había conferido poder, haciéndolos rígidos, egocéntricos, crueles, prepotentes y en el fondo irracionales.
La
persona que cometía Hybris era "culpable
de querer más" que
la parte que le había sido asignada por el
destino. Los dioses castigaban a aquellos que presentaban esta patología
moral mediante Némesis, diosa de la Justicia y la equidad, con una cura
de
humildad obligando a los afectados a volver a sus posibilidades humanas.
En la
actualidad lo utilizamos para referirnos a un trastorno paranoide
denominado "síndrome de Hybris", caracterizándose como un
trastorno que genera un ego desmedido, un enfoque personal exagerado,
aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás. Se
suele asociar a cargos de poder, tal y como pueden ser políticos, financieros, empresarios, grandes
fortunas, famosos...
En el
ámbito de la salud mental siempre se han reconocido los efectos que tiene el
poder en las personas (en las dos direcciones, como cuando hablamos de la
erótica del poder o del dinero). Entre otros síntomas del síndrome de hybris, encontramos:
- Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad.
- Sentimiento de superioridad sobre los demás.
- Identifican su propio yo con la nación o la organización que conducen.
- En su oratoria utilizan el plural mayestático "nosotros".
- Pierden el contacto con la realidad.
- El rival debe ser vencido a cualquier precio. Se creen indispensables.
- La pérdida del mando o de la popularidad termina en desolación, rabia y rencor.